Primera Guerra Mundial
Desde mi trinchera escucho al enemigo desperdiciar las balas de su bayoneta desesperadamente.
El imbécil ha caído en la trampa.
Me levanto triunfante dispuesto a disparar y reconozco en el rostro sonriente, al lanzador de cuchillos de aquel circo alemán que tanto me cautivo cuando joven.
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